Reflujo Gastroesofágico en Niños

El Reflujo Gastroesofágico (RGE) se define como el paso del contenido del estómago (con o sin vómitos) hacia el esófago, que es un tubo muscular que conecta el estómago con la boca. También llamado reflujo fisiológico o regurgitaciones del lactante, es una de las consultas más frecuentes entre los pediatras y gastroenterólogos (10 a 40%). Ocurre en niños sanos, con un buen incremento de peso y talla, con vómitos o regurgitaciones posteriores a la ingesta de leche materna o relleno. Incluso pueden presentar vómitos explosivos y los lactantes no sufren complicaciones secundarias a ellos.

Generalmente comienza desde el segundo mes de vida, con su peak entre los 4 a 6 meses, y casi en la totalidad de los casos desaparece antes del año, sin dejar secuelas. Se debe a la inmadurez fisiológica del cardias (unión entre el estómago y el esófago) y, lo más importante, es autolimitado, es decir, no requiere estudio de ningún tipo ni tratamiento farmacológico.

Como medida de prevención, se sugiere no sobrealimentar a los niños, ojalá dejar pasar al menos 2 horas entre cada mamada o relleno,  permitiendo así el vaciamiento gástrico.

Enfermedad por Reflujo Gastroesofágico

Por otro lado, existe la denominada enfermedad por reflujo gastroesofágico, (ERGE). Claramente hay aún un sobre diagnóstico de esta enfermedad, ya que en la realidad se ha establecido que sólo se presenta en el 5% de todos los reflujos.

Un porcentaje muy importante se recupera al año de vida pero experimentan recaídas frecuentes, incluso 50% de los pacientes tienen al menos un episodio durante la adultez.

Se piensa que dentro de las causas se encuentra la relajación transitoria del anillo muscular que cierra el estómago del esófago, llamado cardias, también se puede deber a alteraciones anatómicas de este anillo y al aumento de la presión dentro del abdomen, frecuentemente visto en obesos y pacientes con patologías respiratorias.

La enfermedad por reflujo gastroesofágico, si no es tratada adecuadamente, puede ocasionar importantes complicaciones como son: heridas superficiales o úlceras de la mucosa esofágica, lo que se denomina esofagitis por reflujo. Puede provocar anemia, sangramiento digestivo, daños a los dientes, complicar patologías respiratorias y, en sus casos más graves, llevar a la estenosis esofágica, que es la estrechez del esófago, y en los adultos sometidos a años de reflujo, derivar en cáncer esofágico.

El niño presenta vómitos abundantes y constantes, con repercusión en el peso y con otros síntomas como el rechazo alimentario, irritabilidad, llanto intenso durante la alimentación, sangramiento por la boca o eliminación de deposiciones negras, anemia, síntomas respiratorios como tos persistente, entre otros.

Esta enfermedad requiere estudio y manejo por un gastroenterólogo.

Diagnóstico

Por mucho tiempo para el diagnóstico se ha mal utilizado la Radiografía Esófago-Estómago-Duodeno, examen radiológico que provoca una irradiación muy significativa. Este examen no certifica el diagnóstico de ERGE, sólo permite evaluar la anatomía del esófago, estómago y de la primera porción del intestino, por lo que debe solicitarse en casos muy específicos.

El examen de elección para el estudio de la ERGE, es la pH metría esofágica de 24 horas, que es una sonda muy pequeña, de milímetros de diámetro, que se introduce por un orificio nasal y se deja situado en el esófago. Tiene 2 sensores separados por 10 cm, que permiten reconocer reflujo ácido y otras características de las mismas durante el registro de un día. También tiene utilidad en el estudio de las apneas, asma refractaria a tratamiento médico, tos crónica y en patologías otorrinolaringológicas como el estridor, sinusitis u otitis refractarias a tratamiento.

Recomendaciones

Siempre es importante del punto de vista de la alimentación, ordenar los horarios para permitir el vaciamiento del estómago y evitar vómito por rebalse. Especialmente si hablamos de pecho materno, lograr un buen acople de la boca del niño con el pecho, evitar la ingesta excesiva de aire y sobre todo no malinterpretar las señales que envía el niño, o sea no todo llanto significa hambre.

Es importante la forma de dormir. Siempre debe ser en su cuna, nunca en la cama de los padres. Siempre de lado izquierdo o derecho y se permite levantar la cabecera en no más de 15 grados. Nunca dejar que el niño duerma boca abajo, pues se ha visto que aumenta el riesgo de muerte súbita. Está prohibido el uso de silla nido para dormir porque está demostrado que aumenta el reflujo. El uso de chupete no está demostrado que disminuya el reflujo. Se puede utilizar un cojinete único en la espalda, con un tamaño que no sobrepase los hombros.

La leche con espesantes, todas con las denominaciones “AR” o “antireflujo”, sólo disminuyen el número de regurgitaciones y vómito, pero no el reflujo en sí.

Finalmente el uso de medicamentos debe estar supervisado por un profesional, ya sea por gastroenterólogo o pediatra. Se debe tener cautela en el uso de omeprazol, lanzoprazol y esomeprazol, ya que su utilización indiscriminada o muy prolongada puede causar complicaciones importantes como la falta de absorción de vitamina B12 y magnesio, predisponer a enfermedades respiratorias y gastrointestinales, provocar pólipos gástricos y, en adultos, por la atrofia que provoca el uso crónico en estómago y el riesgo de cáncer gástrico.